miércoles, septiembre 13, 2006

La Música De La Gente

¿A dónde vas?
¿A quién esperas?
¿Qué esperas?
Hay muy pocos caminantes por el gusto de pisar las baldosas, de seguir las líneas, o de esquivarlas. La mayoría están programados con una hora de llegada y de salida, un recorrido y misión determinados. Por eso, sus pasos son firmes y decididos, por eso no ven lo que les rodea, o quizás lo "ven" pero no lo "observan". Todos se mueven rápido, muy rápido. Y, supongo que siempre de la misma manera. Cada día. Bajo sus pies hay raíles imaginarios de los que no pueden descarrilar. Automatizados. Teledirigidos. Los coches también se mueven con raíles. Los ojos no se encuentran, no se cruzan. Los raíles no se cruzan. Los pasos se distinguen, los pasos libres, los que no tienen destino ni origen, ni hora de salida o de llegada, ni paradas, ni duración estimada de trayecto. Caminar por el gusto de caminar, de soñar, de vivir, de escribir. Caminar no por a dónde vas a llegar sino por el camino que irás... por pisar las baldosas. El ocio, los Agostos, los Julios permiten esta hazaña a algunos... viajar a la isla de la Plaza de la Catedral dónde la gente suena a música, donde no hace falta un mp3 para mitigar los chirridos de los raíles de personas que llenan la ciudad. Los pasos son tranquilos, las miradas, el sosiego, no hay tiempo y, a la vez, este vuela... vuela en mochileros, en ojos azules, en helados, en fotos... en una guitarra. Las baldosas son asiento, son escenario. La acústica es perfecta, increíblemente perfecta. Una guitarra te transporta lejos, a otros lugares con sus baldosas, a otros recuerdos con sus sonrisas, a otros futuros con su música. Y no hay nada más valioso que caminar por caminar. Inventar una historia con sus personajes, sus vías, sus baldosas... y recorrer la ciudad dejando que otros observadores y pensadores se crucen en tu camino con sus historias. Esas historias son música, estatuas, pinturas, sonrisas, flores, fotos, baldosas, palabras, miradas... el murmullo de las historias también fluye sin raíles, sin origen o destino, sin salida ni llegada... viaja por el aire y se vuelve susurro de las plumas acariciando el papel de la inspiración, dibujan el Mar, el silencio y la música de la gente.