Louis de Pointe du Lac
Una vez conocí a un vampiro, como Louis, tal vez sea la criatura más elegante que he conocido nunca. Cada paso, cada movimiento, cada palabra... todo en él era tan elegante, tan delicado. Era hipnótico. Sabía que podría matarme si quería pero precisamente eso le daba un toque de lujoso y perfecto balance entre miedo y adrenalina. Su voz, sus palabras eran revelaciones, música... su voz era oscura y grave, sobre todo cuando susurraba, lo que era, sin duda alguna, tan elegante y delicado como el resto de su persona. Me encantaba su voz, o tal vez era lo que me contaba lo que me encantaba... no lo sé. Nunca, hasta el día que lo conocí, había pensado que elegante, delicado y tantos otros adjetivos similares que podía tan fácilmente asociar a su persona no eran más que los adjetivos que definen el erotismo a la perfeccion. Realmente, también era erótico... pero, la atracción, interés y fascinación que sentía por él estaban mucho más allá de eso...
"Muérdeme. Haz lo que quieras antes o después pero muérdeme. Déjame una brutal marca psicológica otra vez. Esa marca que aparece solo al mirarme al espejo en el que extrañamente aún me reflejo, a pesar de tu mordisco... tus mordiscos. Y se clavan tus dientes tan despacio que parece que fueras a dejarme sin sangre... sin una gota más. Ese sonido como si me estuvieras devorando... como si realmente fuese algo apetitoso que degustar... como si mi sangre fuera vital y necesaria, como si quisieras probarla. Y te espero aquí. Me aparto el pelo para que encuentres con brutal precisión esa vena, ese músculo, ese lugar. Me vuelvo tu sierva y esclava en segundos. Soy capaz de cualquier cosa en una milésima de segundo. Solo si me muerdes. Solo si vuelves y me muerdes otra vez. Una especie de elixir de libertad, de suplicio divino, de lujuria, deseo y atracción incontenible que me posee. Quiero que me posea. Ver como el rastro de mi pensamiento traducido en cuchillos de saliva es capaz de esconder el iris tras las pupilas resaltando un brillo hipnótico. Cualquier cosa por ese brillo. Cualquier cosa si me lo pide tu voz y me miras así y me muerdes. Aunque ni siquiera te interese. Aunque solo sea un útil trámite de mutuo acuerdo a modo de fuente de endorfinas. A mi me gusta el trámite. Yo firmé el trato. Puedes comprarme con esos mordiscos, sabes que puedes comprarme, sabes que no sé ni puedo ni quiero decirte que no. Hoy y ahora querría que me utilizases. Hoy y ahora quiero utilizarte. Porque es todo en nuestro propio beneficio, porque es la necesidad la que nos llevó a conectar. Cualquier necesidad. Aquí te espero, y lo sabes. Muérdeme si aún eres libre, si aún quieres ser libre. Nunca pretenderé ni querré atraparte porque sé que esos mordiscos libres solo los guía la necesidad y la atracción y estas dos nunca podrán atraparme para siempre. Solo retenerme por unos momentos, solo dejarme caer y suplicar por horas o minutos de eléctrico erotismo esporádico. Después rememorar... como si fueras uno más de mis sueños, de mis fantasías, de mis impuras e indecentes creaciones mentales... pero tú eres real. Y en el espejo aún sigue tu marca. Por siempre en mi recuerdo. Pase lo que pase. Ojalá volvieras para poder actualizarlo... sé que serías capaz de superarlo."
"Muérdeme. Haz lo que quieras antes o después pero muérdeme. Déjame una brutal marca psicológica otra vez. Esa marca que aparece solo al mirarme al espejo en el que extrañamente aún me reflejo, a pesar de tu mordisco... tus mordiscos. Y se clavan tus dientes tan despacio que parece que fueras a dejarme sin sangre... sin una gota más. Ese sonido como si me estuvieras devorando... como si realmente fuese algo apetitoso que degustar... como si mi sangre fuera vital y necesaria, como si quisieras probarla. Y te espero aquí. Me aparto el pelo para que encuentres con brutal precisión esa vena, ese músculo, ese lugar. Me vuelvo tu sierva y esclava en segundos. Soy capaz de cualquier cosa en una milésima de segundo. Solo si me muerdes. Solo si vuelves y me muerdes otra vez. Una especie de elixir de libertad, de suplicio divino, de lujuria, deseo y atracción incontenible que me posee. Quiero que me posea. Ver como el rastro de mi pensamiento traducido en cuchillos de saliva es capaz de esconder el iris tras las pupilas resaltando un brillo hipnótico. Cualquier cosa por ese brillo. Cualquier cosa si me lo pide tu voz y me miras así y me muerdes. Aunque ni siquiera te interese. Aunque solo sea un útil trámite de mutuo acuerdo a modo de fuente de endorfinas. A mi me gusta el trámite. Yo firmé el trato. Puedes comprarme con esos mordiscos, sabes que puedes comprarme, sabes que no sé ni puedo ni quiero decirte que no. Hoy y ahora querría que me utilizases. Hoy y ahora quiero utilizarte. Porque es todo en nuestro propio beneficio, porque es la necesidad la que nos llevó a conectar. Cualquier necesidad. Aquí te espero, y lo sabes. Muérdeme si aún eres libre, si aún quieres ser libre. Nunca pretenderé ni querré atraparte porque sé que esos mordiscos libres solo los guía la necesidad y la atracción y estas dos nunca podrán atraparme para siempre. Solo retenerme por unos momentos, solo dejarme caer y suplicar por horas o minutos de eléctrico erotismo esporádico. Después rememorar... como si fueras uno más de mis sueños, de mis fantasías, de mis impuras e indecentes creaciones mentales... pero tú eres real. Y en el espejo aún sigue tu marca. Por siempre en mi recuerdo. Pase lo que pase. Ojalá volvieras para poder actualizarlo... sé que serías capaz de superarlo."
- "Vampiro". Lidia, 19 de Julio de 2005.
posted by Lidia San Emeterio Arroyo at 1:29 a. m.
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